Escudo municipal

En campo de gules, portada románica de plata; en cantones del jefe dos y dos estrellas de oro de ocho puntas, en punta, yugo de oro cargado de hoz de lo mismo. Al timbre corona real cerrada.

Etimología

Abajas, cuyo significado exacto no nos aclaran los especialistas, es una villa nacida entre los siglos IX y X, en aquella repoblación que se operó tras la conquista de Poza de la Sal y de Pancorbo y la Fundación de Burgos y de Ubierna (año 884). Parece que en estos pagos la nueva colonización se activó con eficacia, pues en el actual término de Abajas hallamos otros cuatro poblamientos en los siglos altomedievales. En la primera organización del territorio, Abajas fue asignada a la merindad de la Bureba y, dentro de ella, al alfoz de Poza de la Sal.

La primera mención que tenemos de Abajas es en documento guardado en el monasterio de San Millán de la Cogolla del 6 de julio de 1068 por el que el noble navarro don Aznar Sánchez y esposa Gontroda donan a ese monasterio una importante serie de bienes situados en pueblos de esta comarca, en Moscadero, Carcedo, en Castil de Lences, en Arconada, en Barcena y Abalgas, que así decían a Abajas.
En estos años, la Bureba esta bajo la autoridad del rey de Navarra por voluntad testamentaria de Sancho III (1035).

Monasterio de San Millán

Otra mención leemos en el año 1094 por la que sabemos que doña Mayor obsequia al obispo de Burgos, don Gómez, una partida de bienes, heredada de su abuelo Rodrigo González, en la villa de Ablias, otra lectura del nombre de Abajas. Este documento se conserva en la Catedral de Burgos. A mediados del siglo XII, 14 de febrero del año 1150, el emperador Alfonso VII dona la villa de Cernégula al monasterio de Quintanajuar y hace referencia a sus lindes con la villa Avagiis, que es Abajas.

Por los campos de esta villa debía de haber gran actividad, pues hallamos referencia a cuatro poblamientos que fueron absorbidos por Abajas, aumentado así la extensión de su término a más de tres mil hectáreas. Uno de ellos, apoyado más bien en la tradición, señala en el pago del Llanazo, 2.300 ms., al Sur de la Villa, la existencia de un poblado a cuyos restos llaman hoy Corrales. Otra población fue San Pedro de Cañucar, situado a 1.800 metros al SO., camino de Hontomín: está documentado en el monasterio abandonado de Santa María de Rioseco que tuvo su primer emplazamiento en las alturas de Quintanajuar.

Nava permanece viva en sus despojos, a 2.300 ms. al S. SE., en el camino que lleva a Valdearnedo, al lado del valle de Nava, pero en el punto que hoy dicen los Morocales. Se cita en diciembre de 1245, en documento por el que el abad de Oña cede a don Fernando González, la hacienda que posee en Nava, en Quintanilla y en Abajas. Por último Quintanilla de Abajas, situada 1.500 metros al SE., en el pago llamado la Calzada y cerca de la llamada Fuentequintanilla. Se cita en documento de Oña, del año 1125. La mejor señal de vida que nos ofrece Abajas de su vida y prosperidad en los tiempos pasados en su iglesia parroquial, señora de estos valles. Ante este momento, auténtico bien cultural, hemos de empezar reconociendo la fuerza de decisión del concejo, a principios del siglo XII, de sustituir la primitiva y sencilla iglesia de la repoblación por otra de acuerdo con las nuevas tendencias artísticas y las posibilidades económicas de la villa.

Restauración

Para ello, los vecinos buscaron a uno de los mejores maestros del Arte románico que labraban iglesias en la Bureba y en la cuenca del río Homino, según apreciamos todavía. Aunque en aquellos tiempos los módulos económicos eran distintos de los de ahora, hemos de suponer el esfuerzo que supuso arrancar la piedra y trasladarla y labrarla. Igualmente el maestro y sus oficiales trabajaron con empeño y mimo. El maestro de Abajas fue un espíritu sutil, que aprendió su arte de otros maestros que, probablemente sea uno el que trabajó y construyó el claustro y la Iglesia románica de Silos.

No es este lugar para analizar en el plano artístico la obra realizada en Abajas. Ya se ha hecho por calificados autores. Aquí interesa evidenciar la valentía de un pueblo de un pueblo embarcándose en construir un templo al dictado de su Fe cristiana más que al de su economía; pero el éxito ahí está y cada año son más los visitantes que admiran la perfección de portada, ábside, capiteles y arquivoltas de la iglesia de Santa Cruz.

La vida fue dejando siglos en la historia de la villa. No es difícil seguirla en los datos de los archivos y en los nombres de algunos de sus vecinos. El ciclo de las cosechas y de las estaciones, las fiestas religiosas y las ferias y mercados de Poza y de Briviesca marcaban la vida pacífica y sosegada de los habitantes. Nunca fueron muchos. En el último censo del siglo XVI (1591) eran 17 vecinos (60/70 almas). En el siglo XVIII se mantenían en el realengo, esto es, en la administración del Rey, sin intermediarios. Formaba en la cuadrilla de Rojas, en la merindad de la Bureba.

Siglo XIX

El siglo XIX trajo algunos cambios: en 1843, en la reorganización de España, Abajas es Ayuntamiento con la pedanía de Bárcena. Reúne entonces 123 habitantes, labriegos, pastores y tejedores de la lana y de lino. Funciona una escuelita para niños y niñas y su maestro era un pluriempleado, ya que ejercía también de secretario municipal, de sacristán y de artesano. Mantiene su independencia concejil y en 1900 su población asciende a 220 personas; en 1950 son 208.

Los cambios agrícolas, sociales y económicos, de la segunda mitad del siglo XX han afectado a Abajas, pero no al espíritu de sus gentes.

Valle de Mena